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Margarita Janer Palacios

Margarita Janer Palacios, nacida el 10 de junio de 1883 en Maricao, Puerto Rico, tuvo una vida notable llena de logros y contribuciones en los campos de la educación, el arte y la comunidad. Proveniente de una familia destacada, fue hija de don Rafael Janer Soler, profesor de segunda enseñanza, y doña Micaela Palacios. Desde temprana edad, Margarita demostró un profundo interés y devoción por los estudios. Su deseo de adquirir conocimientos la llevó a obtener, a la edad de quince años, un título de Bachiller en Ciencias. Su sed de aprendizaje no se detuvo ahí, ya que más adelante obtuvo el título de Farmacéutica, completando así su formación académica. Además de sus logros académicos, Margarita Janer Palacios era una políglota talentosa. Dominaba cinco idiomas, incluyendo español, inglés, francés, griego y latin, lo que evidencia su dedicación y capacidad intelectual. Sin embargo, su verdadera vocación y pasión se encontraba en el magisterio. Margarita dedicó su vida entera a la enseñanza, dejando una huella perdurable en el sistema educativo de Puerto Rico. Luego de trabajar en varias escuelas del sistema público estadounidense, decidió establecerse en el pueblo de Guaynabo para así seguir ejerciendo la profesión docente. Durante veintiún años, dejó una huella imborrable en la escuela elemental Román Baldorioty de Castro, donde fue reconocida por su dedicación e integridad, siendo un gran ejemplo para la niñez escolar. Pero la versatilidad y el espíritu incansable de Margarita no se limitaron sólo al ámbito educativo. También se destacó en el campo del arte dramático, demostrando dotes excepcionales como actriz, directora y organizadora de obras teatrales. Fue pionera en la presentación de obras teatrales en Guaynabo, y en sus producciones promovió la participación comunitaria, involucrando tanto a niños como a adultos. Además, coordinó y organizó concursos de poesía, declamación y música, fomentando así el amor por las expresiones artísticas. En cuanto a su vida familiar, Margarita contrajo matrimonio el 20 de agosto de 1916 con el comerciante guaynabeño Juan Suarez Machuca en Río Piedras, Puerto Rico. Juntos formaron una familia y tuvieron tres hijos: Rosalía Suarez Janer, Ana Margarita Suarez Janer y Juan Suarez Janer. La familia residió en Guaynabo durante varias décadas, donde Margarita pudo conciliar su labor docente, sus actividades artisticas y su dedicación a su esposo e hijos. Además, el matrimonio Suarez-Janer era propietario de un negocio familiar llamado "Casa Suarez", el cual operaba como una pequeña tienda por departamentos. Este establecimiento se encontraba ubicado en un edificio de dos plantas en la calle Carazo, cerca de la intersección con la calle donde solía estar la desaparecida Farmacia Álamo. Es importante resaltar el papel que su esposo e hijos desempeñaron en la vida de Margarita. Juan Suarez fue un apoyo constante para ella, y sus hijos también siguieron sus pasos en los campos educativo y artístico. Sin embargo, es importante señalar que en el matrimonio Suarez-Janer el apoyo fué mutuo. Sobre esto sería bueno señalar, que mientras que en el censo de 1920 (sólo cuatro años después de su matrimonio), Margarita se registró como "Maestra insular", pero en el censo realizado 20 años después, en 1940, se la menciona como "Dependiente de mercancías al detal", lo que indica que su colaboración en el negocio familiar fue creciendo gradualmente con el paso de los años. Además de sus contribuciones en los ámbitos educativo y artístico, Margarita Janer Palacios también se destacó por su carácter filantrópico y su compromiso con la comunidad. Ayudó a aliviar la pobreza extrema de sus vecinos, convirtiendo su hogar en un centro de ayuda humanitaria donde brindaba apoyo tanto material como espiritual. Doña Margarita Janer Palacios falleció el 17 de enero de 1952 en Guaynabo, Puerto Rico, a la edad de 68 años. Su legado perdura en la memoria colectiva de su pueblo adoptivo. Su nombre ha sido honrado al bautizar una escuela en su honor, la Escuela Superior Margarita Janer Palacios en Guaynabo pueblo, donde tuve el privilegio de graduarme. Su vida y obra son un testimonio del poder transformador de la educación, el arte y la dedicación a los demás. Margarita dejó una huella imborrable como educadora, actriz, líder comunitaria y madre, inspirando a generaciones posteriores a seguir sus pasos y marcar la diferencia en el mundo que les rodea.

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