Ana Roqué de Duprey fue una destacada educadora, escritora y activista feminista puertorriqueña. Nació el 18 de abril de 1863 en Aguadilla, Puerto Rico, y falleció en octubre de 1933 en Río Piedras, Puerto Rico. A lo largo de su vida, hizo importantes contribuciones en el campo de la educación, la literatura y la lucha por los derechos de las mujeres.
Desde temprana edad, Roqué mostró un gran interés por el aprendizaje y la enseñanza. A los siete años, comenzó su educación formal en una escuela regular y se graduó a los nueve años. Continuó su educación en casa, enfocándose especialmente en las ciencias, incluyendo la botánica, zoología, astronomía, geología y meteorología. A los once años, se convirtió en la asistente de docencia más joven de Puerto Rico, y a los trece años fundó su propia escuela en su hogar.
Roqué también se destacó como escritora. Fundó el periódico "La Mujer", que se convirtió en la primera publicación en Puerto Rico dirigida específicamente a las mujeres. Además, escribió artículos para varios periódicos y revistas, como "El Mundo", "El Buscapié" y "El Imparcial". También publicó varios libros, incluyendo "Sara la Obrera" y "Luz y Sombra".
Como educadora, Roqué ocupó importantes cargos en el sistema educativo de Puerto Rico. En 1899, fue nombrada directora de la Escuela Normal de San Juan. Además, participó activamente en la fundación de instituciones educativas, como el Liceo Ponceño, una escuela secundaria para niñas, y el Colegio de Mayagüez, que más tarde se convirtió en parte de la Universidad de Puerto Rico. También es justo señalar que Roqué desempeñó un un papel importante en el establecimiento de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
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Sin embargo, una de las mayores contribuciones de Ana Roqué de Duprey fue su activismo en defensa de los derechos de las mujeres. En 1917, fundó la Liga Femínea Puertorriqueña, la primera organización feminista de Puerto Rico. Esta organización se dedicó a promover los derechos de las mujeres y luchar por el sufragio femenino en la isla. Roqué utilizó sus publicaciones y su influencia para impulsar la causa del sufragio y abogar por la igualdad de género.
Roqué también fue una defensora del acceso igualitario a la educación para las mujeres. Luchó por expandir las oportunidades educativas y promover la educación para las niñas en Puerto Rico. Su trabajo en ese campo fue fundamental para el avance de la educación femenina en la isla.
Además de su labor como educadora, escritora y activista, Roqué también se destacó como científica. Realizó importantes investigaciones en el campo de la botánica, especialmente en la flora caribeña. Su estudio "Botánica Antillana" es considerado uno de los estudios más completos de la flora del Caribe de principios del siglo XX. Además, debido a su pasión e interés por la astronomía, fue nombrada miembro honorario de la Sociedad de Astrónomos de Francia.
En reconocimiento a su destacada labor, Ana Roqué de Duprey recibió numerosos honores y distinciones a lo largo de su vida. En 1932, la Universidad de Puerto Rico le otorgó un doctorado honorario. También se le ha rendido homenaje a través de la denominación de escuelas y lugares en su honor.
La vida y obra de Ana Roqué de Duprey dejaron un legado significativo en Puerto Rico. Su incansable lucha por los derechos de las mujeres, su dedicación y su contribución en el campo de la literatura y la ciencia la convierten en una figura destacada en la historia de Puerto Rico y del feminismo en general.
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Imagen: Una foto restaurada y coloreada de Ana Roqué de Duprey.
"El Tótem telúrico",1992 Jaime Suárez. El "Tótem telúrico"(1992), o el tótem que surge del interior de la tierra; es una escultura monumen El Tótem telúrico" (1992) es una escultura monumental hecha de granito y réplicas de cerámicas taínas, obra del escultor, arquitecto y ceramista puertorriqueño Jaime Suárez (1946). Esta escultura rinde tributo al descubrimiento del nuevo mundo por parte de navegantes europeos y al encuentro de dos culturas. Se encuentra ubicada en la Plaza de Quinto Centenario, cerca del cuartel de Ballajá, en San Juan de Puerto Rico, y mide aproximadamente 40 pies de altura (12.192 metros). En su libro "Tótem y Tabú", Sigmund Freud nos describe el tótem como un símbolo de la unidad de un clan o grupo, más allá de relaciones de consanguinidad, como si el mismo fuera un antepasado o un espíritu protector de la tribu. Dicho esto, podríamos afirmar (parafraseando las palabras de Freud) que este monumento se ha converti
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